jueves, 8 de mayo de 2008

¿Es arte exponer a un perro atado y dejarlo morir de hambre?



Guillermo Vargas Habacuc es un costarricense que dice ser artista. En agosto hizo una exposición en una galería de Managua y, tras atar a un perro a una pared, lo dejó morir de hambre. Según él, esa sádica, bárbara y necia obviedad era una manifestación artística. En Internet pueden verse fotos estremecedoras del pobre animal. La noticia ha llegado ahora hasta mis manos empujada por una campaña internacional de recogida de firmas para evitar que ese matarife acuda en 2008 a la Bienal Centroamericana de Honduras.

El repugnante montaje de Habacuc reabre la cuestión de los límites del arte, o cómo bajo la excusa del hecho artístico se pueden cometer todo tipo de atrocidades que en realidad sólo buscan llamar la atención.

Hace dos años, una exposición del Reina Sofía de Madrid incluyó un vídeo de 53 minutos en donde se veía matar a martillazos a una vaca; y lo peor fue que el Consejo de Críticos de Artes Audiovisuales sacó un comunicado en defensa de “la libertad creativa”. (acojonante)

¿Pero qué demonios es la libertad creativa? ¿Les parecerá creativo matar de hambre a un perro?

Y entonces, ¿por qué no hacer arte de atormentar a un niño, por ejemplo? Aterrorizar a un crío durante horas, ¿no revelaría muy creativamente el miedo, la angustia ante la soledad, y otras gilipolleces semejantes?

El caso Habacuc roza una cuestión aún más esencial, sin él saberlo si quiera: la comprensión de nuestra continuidad orgánica con el resto de los animales, y la certidumbre de que no seremos capaces de respetarnos a nosotros mismos si no respetamos a los demás seres vivos (igual que hubo que aprender que la libertad del hombre sólo se podía conseguir si también englobaba a la mujer).

únete a la campaña internacional de recogida de firmas para evitarlo.

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